En una tarde de canícula, en plena calle, no hay nada mejor que resguardarse del implacable calor regiomontano bajo la sombra de un buen árbol. Pocas son las colonias que pueden gozar de estas bondades de la naturaleza, es decir, parques públicos que sirven como refugios naturales para la contemplación, recreación, esparcimiento y hasta la sombra. Sin embargo, escenarios así en el contexto urbano difícilmente se dan por arte de magia: se necesita de la participación y el cuidado constante de vecinos comprometidos.
Residencial Florida es una de esas colonias afortunadas, pero no nada más por contar con uno de los parques con el arbolado más frondoso del DistritoTec, sino por la fortuna de tener a uno de los grupos de vecinos más comprometidos con el cuidado, defensa y mejoramiento de su parque, el pulmón y corazón de la colonia.
Desde hace casi tres décadas, el parque ha sido el símbolo de unión y punto de encuentro de la colonia. Altos fresnos se paran orgullosos en el terreno que alguna vez fue un lote valdío; sus ramas, suficientemente anchas para abarcar casi todo el perímetro del parque, dan sombra durante el día a sus paseantes.
Entre sus visitantes frecuentes se encuentran hombres mayores que se sientan en las bancas a contemplar la arboleda y el suave movimiento ocasionado por el aire, mientras esperan el atardecer y saludan cordialmente a quien pase por su banca. En una esquina del área, junto a las instalaciones de la Prepa No.15 de la UANL, los más jóvenes llegan acompañados en grupos de dos o tres. Algunos esperan a que oscurezca para que se armen las retas de fut. Y aunque muchos de ellos no son residentes de Residencial Florida, son vecinos de colonias cercanas y hasta de zonas más alejadas, lo que reivindica el carácter universal del parque público.
«Nosotros, que somos vecinos, ya llevamos un buen rato jugando fut por las tardes», dijo José, quien estaba acompañado de su amigo David. «Lo único que queremos es jugar y divertirnos, así que está padre cuando llega más gente de fuera y se unen a las retas», agregó.
Al parque también asisten aquellos que deciden dar un paseo improvisado. Algunos aprovechan las condiciones del clima para ejercitarse y otros la compañía para pasar un buen rato. Por ejemplo, Blanca y Miranda salieron como muchas otras tardes a pasear con su mascota Luki. «Miranda es muy inquieta y a mi me gusta salir a despejarme, por lo tanto el parque es perfecto para satisfacer ambas necesidades», dijo Blanca.
En el caso de Carlos y su hijo Jorge, la salida al parque en esta ocasión se ha convertido en una celebración por su reencuentro después de ocho meses. «Jorge estuvo viviendo en Estados Unidos con su mamá, ahora viviremos juntos y este es uno de los muchos paseos que vamos a tener», comentó Carlos, mientras daba agua a una paloma que había encontrado herida en la cancha.
Para que más personas como David, Blanca y Carlos puedan disfrutar de estos espacios, los vecinos organizados de la Residencial Florida encabezan un gran esfuerzo por rehabilitar su parque, porque además de darle identidad a la colonia y a la zona, fomenta la comunión de los ciudadanos. Trabajar en la mejora de su parque –que es de todos– es ir en la dirección correcta para consolidar una comunidad más segura, unida y sana.