Todos los días a partir de las 7 de la noche se esparce un olor a pollo asado en Filósofos 101, a una esquina del parque Tecnológico. Un par de horas más tarde, invariablemente, se forma una larga fila de personas que buscan la experiencia de las alitas asadas bañadas en deliciosas salsas originales.
La historia de Tito’s es reciente: iniciaron en 2014 con un espacio casi improvisado de cuatro mesas, luego pasaron a un estacionamiento —sin baños y sin permisos para vender alcohol— hasta que, finalmente, se ubicaron en este establecimiento al aire libre con 22 mesas.
Jorge Mondragón es uno de los socios fundadores. Por la dinámica que tiene Tito’s, ya se ha hecho la costumbre de tomar un café antes de abrir, pues sabe que estará hasta las dos o tres de la mañana trabajando en el restaurante, atendiendo el flujo constante de clientes. Y aunque han crecido rápidamente, no se han despegado de su concepto base: Tito’s Alitas Adictivas es un lugar para la convivencia.
Jorge cuenta que las alitas de Tito’s eran parte de su menú de carnes asadas. Él y su socio, José Luis ‘Tito’ Maldonado, preparaban esas alitas cada cierto tiempo, con una salsa cuya receta era conocida sólo por ellos.
«Era muy divertido porque la receta era secreta, entonces él [Tito] tenía que ir a hacer todo el súper de la carne asada porque nadie podía ver lo que iba a comprar».
Tito y Jorge son de Reynosa, Tamaulipas, pero se conocieron en Monterrey. Ambos estaban familiarizados con esta zona de la ciudad, pues tenían muchos amigos foráneos que vivían en la zona sur. Ambos tenían experiencia en restaurantes y áreas de servicio, por lo que después de un intento fallido de poner una pizzería a domicilio, decidieron lanzarse a poner un restaurante.
Su primera idea fue poner un negocio nocturno de tacos, el «impulso del mexicano promedio» como considera Jorge. Sin embargo, se encontraron con dificultades al pensar en el concepto que los podría diferenciar de otros negocios. «A final de cuentas termina siendo un taco: y es un buen taco o un mal taco», dice.
Por otro lado, le vieron más potencial a su salsa de alitas porque se distanciaba totalmente de la tradicional salsa búfalo de otros restaurantes que conocían. Hoy en día, el uso de una variedad de salsas con diferentes niveles de picante y sabores se ha convertido en el elemento que más llama la atención del lugar. Eso y que las alitas no son fritas, las asan al carbón.
Otro factor importante es el ambiente, que Jorge considera «sumamente casual». En un restaurante de alitas, dice, la gente no va a ver quién fue al restaurante, todos están concentrados en su experiencia de convivir con quienes los acompañan. Y este ambiente parece ser muy atractivo, pues el restaurante se llena rápidamente sin importar el día de la semana.
Al tratar de explicar el éxito de Tito’s, Jorge no le da muchas vueltas. «Está bueno y por eso la gente viene, yo creo que eso eso». El secreto está en que el menú está pensado en momentos de hambre y antojos. «Es una forma de pensar en la que la comida es el centro de nuestro universo y de nuestro día. Todo gira alrededor de la comida. Yo me levanto porque tengo que comer».
Para abrir apetito, qué mejor que un repaso por su menú: alitas con salsa, tenders con salsa, queso asado con salsa, hamburguesas de pechuga, ensaladas… así es, todo a base de sus salsas. Los platillos que ofrecen pasaron la prueba de calidad del paladar de sus dueños: la clave está en que sean buenos y sencillos, nada complicado o elevado. Y aunque son pocas las opciones de comida en Tito’s, Jorge afirma que eso es precisamente lo que quieren y así planean seguir.
«Sentimos que el que vayas ampliando el menú buscando darle gusto a todo mundo pues vas perdiendo especialización en las cosas. Creemos en los menús pequeños, más compactos, que tanto quién está haciendo la comida como quien se la está comiendo se especializa en el producto».