Sten+Lex son los autores de la sexta intervención de gran escala del Programa de Arte Público. Son dos artistas italianos que no muestran su cara a la cámara, prefieren defender una porción de anonimato.
La obra que plasmaron en el Auditorio Luis Elizondo lo describen como un paisaje digital, aunque Sten confiesa que en los últimos días lo piensan más como un laberinto que no tiene solución.
«Las líneas no tienen un significado figurativo, pero sí en abstracto. Sin embargo, nosotros lo llamamos paisaje porque no es un trabajo completamente abstracto. Nosotros le damos un significado que es muy abierto y la gente puede jugar también con esto», señala Sten.
Y el ejercicio lúdico no se hizo esperar. Así se entiende que la comunidad del Tec se haya inmerso en esta dinámica del ¿qué parece? con aproximaciones que van desde la piel de una serpiente hasta las texturas de un trapo o jerga.
«La abstracción puede ser distinta para cada persona que la va a ver. Si lo vas a ver muy cerca de la pared parece algo que no tiene ningún significado, pero de más lejos parece la vista de avión cuando vas llegando a una ciudad, esa vista que cuando vas aterrizando no es muy clara y sólo se ven los edificios y las plazas», complementa Lex.
El lograr estos significados compartidos es quizá producto de dos características únicas del trabajo de Sten+Lex: la mutación que sufren sus conceptos al pasar de lo digital a lo material y el reto de ser dos personas haciendo las veces de un solo artista.
«Cambia la interpretación de lo digital a lo material. La arquitectura cambia el diseño», explica Sten. Ambos coinciden en que, aunque se hace mucho trabajo en la computadora, la ejecución misma orilla a ir haciendo ajustes y ello provoca que la obra se contagie del contexto donde se ubica. Además, la técnica de esténcil es demandante físicamente y añaden –entre risas– que ya no son tan jóvenes y eso la va volviendo más exigente.
Sten y Lex llevan trabajando juntos desde hace tiempo y eso les ha permitido consolidarse como un artista a cuatro manos.
«Trabajamos juntos desde hace 10 años y desde entonces éste ha sido un trabajo de equipo. Yo tengo mis ideas y él las suyas», comienza diciendo Lex y luego Sten toma la palabra:
«Es como si fuera un único cuadro, un único sketch. Cuando empezamos a trabajar juntos fue mucho una lucha entre los dos, pero ahora tenemos una línea que seguimos, que los dos sabemos manejar casi en simbiosis y trabajamos para hacer un producto final que parezca de una sola persona».
Lex rescata que en el caso de las obras de Arte Público hay un tercer actor que entra en el juego y es la gente que ve la obra.
«Cuando se hace un proyecto de arte público éste tiene que, de alguna manera, ser visto por todo el mundo y toda la gente que vive la ciudad y entonces tenemos una responsabilidad».
Por eso la importancia de compartir la visión, en primera instancia entre ellos dos, y en segunda con el resto de la gente. No hay cabida para protagonismos y en un mundo que ofrece escenarios y micrófonos digitales instantáneos resulta increíble que haya quien, desde el mundo del arte, rechace esta concepción de fama.
«La verdad es que empezamos a no mostrar nuestro rostro porque en un inicio muchas de nuestras obras eran clandestinas. Ahora podríamos mostrarnos porque la mayoría de los trabajos que hacemos son legales, pero todavía queremos estar escondidos porque el ego del artista es muy importante para la comunicación y el marketing, pero para nosotros es mejor si la gente va a ver la obra de arte y no se interesa tanto en el artista, qué hace y dónde va».
«La obra al final es lo más importante. Atrás de la obra seguro hay un artista, pero lo mejor para nosotros es mostrar únicamente el resultado final, no lo que está atrás», sentencia Sten.
Además, son conscientes de la importancia que tiene hacer arte público, a la vista de todos y sin las restricciones económicas o de distancias que llegan a ofrecer las galerías y museos. Además, para Sten y Lex las obras en el espacio público se vuelven, a través del tiempo, referencias para quienes habitan la ciudad.
«El arte es importante porque es un testimonio del presente y la gente va a vivir este momento y hay que esperar porque esta obra va a ser parte de la ciudad y, con el tiempo, muchas obras llegan a un punto de referencia y de orientación porque los lugares se reconocen por las figuras» describe Sten mientras mueve las manos como refiriendo un mapa imaginario.
Pero no es sólo la capacidad de ubicar y dotar de identidad el espacio físico, como Lex lo señala, hay un valor agregado en que sea una universidad quien promueva estos programas.
«Una universidad debe promover el arte porque [la universidad] es motor de la cultura y el arte es cultura y si la universidad tiene la oportunidad de promover el arte debe tomarla. Con proyectos como DistritoTec se pueden conocer formas de arte distintas. Artistas distintos, de distintos países, llegan aquí y es como un encuentro de culturas que está visible en los muros y que se vuelve parte de la ciudad».