Ximena Peredo tenía 16 años cuando encontró un anuncio en el periódico EL NORTE que convocaba a un concurso para tomar un curso de redacción con Rosaura Barahona, a quien leía religiosamente dos veces por semana. Envió su oratoria de preparatoria y la eligieron. Al término del taller le pidieron un par de textos más y meses más tarde la invitaron para formar parte del staff de columnistas locales.
Admite que le resulta difícil dimensionar la relevancia de este episodio en su vida: “desde chavita mis opciones, mi mirada, mis relaciones, todos tuvieron que ver con este oficio que abracé desde entonces”. Este abril cumplirá 22 años de publicar semanalmente su columna de opinión.
La idea de impartir talleres vino después. “Cuando vivía en Portugal me escribió una antigua conocida del Tec, quien estaba trabajando en el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, para invitarme a dar un curso virtual de escritura de columna. Me voló la cabeza. ¿Cómo enseñar a otras personas lo que yo hacía de manera tan inconsciente, tan automática? Entusiasmada por el reto, fui observando mi hacer. Ese fue el primer taller. De ahí vinieron otros esporádicos, hasta que decidí asumirlo con mayor formalidad”.
Hoy Ximena Peredo acompaña a muchas mentes a transformar sus opiniones en textos sólidos y disruptivos en diversos puntos de Monterrey (y del mundo, pues los talleres virtuales no han cesado) y los pone a circular en Vertebrales. Una de esas sedes es Casa Naranjos, donde imparte desde 2018 un taller sabatino de Columna de Opinión.
“Cada persona que llega al taller nos involucra con su mundo interior, nos comparte su inteligencia. Para mí es un lujo estar en esas mesas de trabajo, conocer tal variedad de mentes. He aprendido que todos somos maestros y maestras. En nuestra metodología le damos gran valor a la crítica entre colegas. Me emociona ver la capacidad que tenemos para ayudarnos desde el respeto y la exigencia”.
La comunidad de seres de opinión no sólo ha mejorado sus habilidades de escritura, sino que ha puesto sus talentos al servicio de la comunidad y del movimiento. Ximena recuerda que los textos inicialmente se publicaban como notas de Facebook.
“Fue idea de Luis Gómez darle más presentación a nuestros textos, y nos impulsó con su diseño y arte para convertirnos en vertebrales.com. Andrea Sierra se convirtió en mi socia de este proyecto y José Juan Zapata, desde Buenos Aires, nos apoyó con la arquitectura del sitio. De ese salto vino un segundo, con la publicación en libro de nuestra primera antología de textos. Ahora nos encontramos abriendo nuestros talleres a otros géneros y talleristas. Queremos convertirnos en una escuela de escritura de no ficción y argumentación”.
La importancia de estos ejercicios es innegable. Ximena rescata que, en primer lugar, es muy valioso darnos tiempo para pensar, para armar argumentaciones y para discutir. “Enfrentarse a la pantalla en blanco es crear nuevas respuestas a la realidad”. En segundo lugar, reconoce que la habilidad de escribir toca otras dimensiones de nuestra vida. “Mucha gente se siente muy insegura de escribir y cuando publica su primer texto abre una puerta. Es muy emocionante para mí ver estos procesos personales”.
Finalmente está el encuentro con la comunidad. Desde colegas en la mesa del taller, quienes rebotan ideas, las agradecen o las complementan, hasta las personas desconocidas que son asiduos lectores en Vertebrales.
“Creemos que estamos haciendo un trabajo necesario de pensamiento creativo y crítico, de resistencia intelectual, de democratización de la opinión”.