Visitar la colonia Narvarte se siente como si se pudiera acceder a la memoria de nuestros padres y abuelos. Es posible, al pasear entre sus calles, vivir una ciudad donde las personas al encontrarse se saludan con familiaridad, en donde el tiempo pareciera detenerse para apreciar la vida un poco más.
La buena vibra de cada uno de los vecinos crea un ambiente de comunidad que se puede apreciar simplemente al pasar y ver en sus hogares un paisaje vivo. Los árboles frutales y plantas desbordan patios y macetas, como queriendo demostrar que en cada casa hay raíces e historias valiosas por explorar y compartir.
«Nosotros nos procuramos unos a otros, nos vemos con alegría. Nosotros tenemos viviendo aquí 30 años, a los vecinos ya los vemos como parte de nuestra familia».
Historias como la de la señora Rogelia Garza que tiene 53 años viviendo en esta colonia. Ella cuenta que ha tenido la oportunidad de apreciar muchos cambios a su alrededor, conocer personas que de vecinos pasaron a ser amigos con los que ha compartido momentos agradables y difíciles, fortaleciendo así el vínculo entre ellos como comunidad.
«Yo soy de las primeras que llegué a esta colonia cuando aquí era puro monte, sólo había unas cuantas casas; de hecho apenas acababan de construir el Estadio. Poco a poco fueron llegando más vecinos y formando una hermosa comunidad, la cual es muy unida. Ahora que murió mi esposo he sentido más ese apoyo, vienen a preguntarme y saber si estoy bien, gracias a eso no me he sentido sola», dijo.
Destacó que otro aspecto que le gusta de la colonia es que muchas veces rentan por ahí alumnos del Tec, quienes dan energía y vitalidad a la zona. «De hecho hace poco uno de los estudiantes que vive por aquí en unos departamentos vino a platicar conmigo y se puso a orar por mi salud, ya que me encontraba enferma, para mí eso fue una experiencia muy bonita».
Con ella coincide la señora Gregoria Gutiérrez, quien asegura que en la Colonia hay una gran solidaridad por la necesidad del vecino. «Nosotros nos procuramos unos a otros, nos vemos con alegría. Nosotros tenemos viviendo aquí 30 años, a los vecinos ya los vemos como parte de nuestra familia».
Es Mercado punto de encuentro
Ya son muchos años los que tiene colocándose entre las calles de esta colonia un mercado rodante cada martes por la mañana. El mercado de la Narvarte se ha convertido en un punto de encuentro para todos los vecinos, donde van de comprar y aprovechan ese espacio para platicar y desayunar con los amigos.
«Para mi mamá los martes son de fiesta, ella ansía que se llegue ese día para poderse venir a pasear, ya que no le queda lejos de su casa y, además, tiene la oportunidad de convivir con sus amigas. Mi mamá y sus amigas van a comprar frutas y verduras frescas para lo que van a cocinar al medio día», expresó Gutiérrez.
La señora Rosalía López, quien recorría el mercado junto a su nieto, relató que para ella el venir a mercado ya es una tradición, cada semana esta ahí porque le gusta el trato más cálido y humano que recibe en este tipo de establecimientos.
«A mí me gusta más venir a surtir aquí que a un supermercado, porque como uno es de pueblo le gusta el trato más personal que le dan aquí, además es toda una aventura para los nietos como el que traigo, que ya salió con todo y juguete muy feliz», dijo.
Cada colonia del distrito tiene una personalidad y un ambiente único. Describir a la Narvarte requiere forzosamente de entender que, en el contacto humano, cálido y familiar, es posible tejer historias colectivas, de comunidad. La diversidad de la Narvarte llena de vida esta colonia y la vuelve un ejemplo de que cuando compartimos la vida cotidiana podemos entender la ciudad como un hogar.