La colonia Cerro de la Silla es un lugar donde convergen la realidad estudiantil y la familiar; la vida de la naturaleza y la que une la amistad vecinal. En sus cuadras con nombres de plantas y árboles se congrega la diversidad y se lleva a cabo un espectáculo del que tan solo ser testigo es ya un privilegio.
Entre los habitantes de la colonia se encuentra la amorosa pareja conformada por los señores Elva Rodríguez y Francisco Licea. Ellos han vivido en esta colonia por 50 años, han visto crecer a sus ocho hijos en ella y han sido testigos de cómo se ha ido trasformando esta comunidad con el paso del tiempo.
“Nosotros hemos sido muy felices todos los años que hemos vivido aquí, me alegra ser parte de esta comunidad en la que los vecinos nos vemos con tanta confianza, como una familia que se procura y se quiere. Aquí hay gente como nosotros que tiene muchos años, pero también llegan vecinos nuevos, como son los estudiantes a los que les tendemos la mano”, dijo.
El señor Francisco destacó que para ellos como padres siempre ha sido importante transmitir a sus hijos el compromiso que ellos deben asumir como ciudadanos, para que se hagan responsables de su entorno, inculcándoles a través del ejemplo esta idea con la finalidad de que sean agentes de cambio en sus comunidades.
“De hecho ahorita mi hija anda trabajando en las mejoras de la escuela junto a los muchachos del Tec. Nosotros siempre hemos buscado sembrar esa semillita en ellos de que den lo mejor de su parte para aportar a la comunidad. Por ejemplo, aquí nos organizamos continuamente entre los vecinos para cuidar los arbolitos de las banquetas y realizar labores de limpieza, eso es muy importante para que esté bonita la colonia, además de que eso nos une”, dijo.
Sobre esos vínculos importantes también habló la señora María Sauceda. “Si estamos bien entre los vecinos, va a crecer la comunidad. Necesitamos ser amables y serviciales para estar en paz con nosotros mismos y con la sociedad, porque tenemos armonía con quienes nos rodean. Eso nos va a brindar bienestar y seguridad, tenemos que trabajar más para salir adelante juntos”.
Al recorrer las calles de esta colonia uno puede comprobar cómo entre la comunidad hay un gran amor por la naturaleza. En la mayoría de los hogares, tanto dentro como fuera de ellos, se ve esa diversidad natural que embellece la zona gracias al cuidado de su gente. La señora Victoria también refleja en su hogar ese amor por la naturaleza, pues cuenta con un hermoso pasillo adornado con diversas plantas que desprenden aromas fascinantes al pasar.
“A mí me gusta que mi casa tenga un ambiente fresco y eso solo se logra a través de las plantas, yo cuido mucho las de mi casa, pero al igual que los demás vecinos también protegemos las de la acera del frente, que esta pegada a la escuela”.
Silvia Guadalupe, directora de la Primaria que se encuentra al centro de la colonia (la primaria Ma. del Refugio Dávila Vda. de Berardi), expresó que para el crecimiento de la escuela ha sido primordial la activa participación de los vecinos y padres de familia, quienes se han preocupado por mantenerla en las mejores condiciones para sus hijos.
“Sin duda esta escuela se debe mucho al compromiso de los padres, esas personas que se preocupan por ofrecer a sus hijos mejores espacios para estudiar, áreas verdes para disfrutar y aprender a través de ellas, por realizar trabajos de pintura para que luzca en buen estado y los niños se sientan más motivados de venir a aprender”, dijo.
Pero la vida de la colonia Cerro de la Silla no se limita al reflejo de la vida en su naturaleza y su comunidad, también se traduce en actividad constante. Hoy la colonia Cerro de la Silla cuenta con espacios donde el encuentro y la diversión son los protagonistas.
“Lo que me gusta de esta colonia es que siempre está vigilada, los vecinos son muy amables, además me encanta la vida estudiantil que te permite ampliar las amistades todo el tiempo”, platica Selene Salas, quien tiene ya tres años viviendo en esta colonia.
Esa amistad se entabla en los lugares de encuentro cotidiano como son los emblemáticos Tacos Piedra, que por cuarenta años han atraído a estudiantes, oficinistas, vecinos y muchas personas de otras zonas que han sabido que la sazón de sus guisos y el buen trato a los clientes, hacen los días más placenteros.
“Aquí nos han visitado gente de Quintana Roo, Yucatán, Guerrero, de muchos lugares de México, pero también de otros países del mundo. En la Cerro de la Silla viven muchos estudiantes foráneos que se vuelven clientes asiduos y que, a pesar de que salen de la escuela, vuelven al negocio a recordar buenos tiempos”, dijo el señor Fidel, quien ha trabajado desde que inició este negocio.
Un nuevo espacio, justo al lado de los Tacos Piedra, que ha venido a reforzar este gusto por estrechar lazos en la colonia, y a convivir con el resto de la comunidad del Distrito, es Casa Naranjos.
La señora Cecilia Licea, quien colabora en las actividades de la escuela, se siente muy contenta de que existan espacios como Casa Naranjos.
“Nosotros estamos muy felices porque abrió este centro en el que los niños de la colonia tienen acceso a enriquecedoras clases para su crecimiento, actividades de esparcimiento, además de que es un valioso punto de encuentro para los vecinos, quienes no contábamos con un espacio público como un parque, por lo que este lugar nos brinda esa oportunidad de interactuar y fortalecer los lazos a través de diversas actividades”, dijo.
“Yo desde hace 45 años vivo aquí en la colonia Cerro de la Silla, aquí nací, estoy muy encariñada con la comunidad que la integra, por eso busco aportar con mi esfuerzo y conocimiento un poquito para su crecimiento” concluyó Cecilia.