Este sábado, inspirándonos en un ejercicio realizado en Alemania en 1991, llevamos a cabo la activación “La calle que ocupamos” que consiste en presentar gráficamente, a través de una serie de fotografías, el espacio de calle que se ocupa al desplazar a la misma cantidad de personas por distintos modos de transporte (a pie, en bici, en auto y en transporte colectivo).
Cuando estamos atorados en el tráfico, las calles pueden parecer pequeñas e insuficientes, haciéndonos pensar que no hay forma de que más personas ocupemos este mismo espacio sin generar un mayor caos.
Esto se debe a que las calles de nuestra ciudad son comúnmente reconocidas como un espacio para la circulación de los automóviles, el cual es ocasionalmente invadido por los ciclistas o los peatones.
El hecho de que el 61% del espacio público del polígono DistritoTec esté destinado al arroyo vial es sólo un ejemplo de cómo este tipo de transporte ha tomado prioridad en la agenda pública sobre todos.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser así.
La calle es un espacio público y, como tal, puede estar diseñado para todos.
El objetivo de este ejercicio es detonar la reflexión sobre el uso que damos al espacio público en nuestra ciudad y sobre la necesidad imperante de abrir una conversación crítica sobre la forma en la que nos movemos en la misma. No se trata de satanizar al auto ni a quien lo usa, pero sí de reconocer que hay otras formas más eficientes de movilizarnos y que empieza a ser tiempo de que lo hagamos.
Es momento de ocupar las calles: ocuparlas con peatones, con ciclistas, con transporte público y también con automóviles.
Diseñar las calles para mover otros medios de transporte a través de sistemas masivos de transporte público, ciclovías y banquetas nos permitirá que más personas nos movamos en un mismo espacio.
Esto no sólo nos permitirá movernos de una manera más eficiente sino también más sustentable e incluyente.