La obsesión y dependencia regiomontana por el automóvil puede provocar una repentina pérdida de la memoria; se nos olvida que la calle no es exclusiva de los vehículos y que hay más usuarios con las mismas necesidades de desplazarse de un punto a otro. Aún así, en una ciudad como Monterrey lo normal es asumir que los autos son una especie de extensión corporal.
No lo son.
Tampoco ayuda la infraestructura con prioridad vehicular. En un contexto urbano así, en donde el diseño vial es un constante recordatorio de que el automóvil es quien manda en las calles de la ciudad, es muy fácil creer que la solución a todos los problemas está en tapar baches y construir pasos a desnivel, puentes peatonales y más vías rápidas.
Esta visión es excluyente. Sin saberlo, muchos automovilistas adoptan posturas intolerantes con tal de defender la exclusividad de sus derechos.
La cordialidad se pierde con esa amnesia que provoca la dependencia y abuso del automóvil, se nubla la razón. Palabras como «peatón» o «peatonal» de repente provocan una aversión difícil de explicar e imposible de justificar, como si se tratara del enemigo que pretende quitarle tiempo y espacio a los indefensos automóviles.
La rutina y la repetición a veces nos llevan a pensar que, ni modo, así es como funcionan las cosas. Como habitantes de una ciudad que lleva años priorizando la infraestructura vehicular, parece que no nos queda de otra mas que poseer un automóvil (ya no como opción de comodidad o lujo, sino como necesidad).
Sin embargo, como bien señaló en un artículo reciente Eduardo Quintanilla (miembro del colectivo La Banqueta Se Respeta), «la visión de urbanismo de la ciudad está cambiando». Muestra de ello es que el Reglamento de Tránsito y Vialidad del Municipio de Monterrey plantea, por lo menos en papel, una jerarquía congruente:
ARTÍCULO 2.- El uso del espacio público en los diferentes modos de desplazamiento marcará las prioridades conforme a la siguiente jerarquía:
I. Peatones;
II. Ciclistas;
III. Motociclistas;
IIII. [sic] Usuarios y prestadores del servicio de transporte público individual o colectivo;
V. Usuarios de transporte particular automotor; y
VI. Usuarios y prestadores del servicio de transporte de carga.
El reto es gigantesco. Durante años se le ha dado prioridad al vehículo por inercia: el constante ensanchamiento de la mancha urbana implica que año con año se sumen miles de millones de kilómetros más a los traslados vehiculares de los regiomontanos.
De 1990 a 2010 se quintuplicó el total de kilómetros recorridos por los automóviles que circulan en la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM). ¿Qué quiere decir esto? Que los trayectos en auto cada vez son más largos y que partir de un punto a otro (casa, trabajo, escuela o esparcimiento) le representa a los automovilistas regiomontanos más tiempo de traslado y kilometraje, con implicaciones económicas, sociales y ambientales negativas.
Según el estudio Transformando la Movilidad Urbana de México: Hacia ciudades accesibles con menor uso de automóviles, publicado en 2012 por el Instituto de Políticas Públicas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP México), la suma de «externalidades» generadas por el abuso del automóvil en las cinco zonas metropolitanas del país (Valle de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla-Tlaxcala y León) tiene un costo social de 173 mil millones de pesos, algo así como el 4{e0953eead8fde5ca4a0b77dbdc18db81e26d585b5f2499eab697b1aa227fae09} del PIB total de esas entidades.
«El uso excesivo del automóvil está revirtiendo los beneficios económicos y sociales de habitar en una ciudad», sentencia el estudio.
Para dimensionar el dominio que ejerce el automóvil en la vida de la ZMM, basta repasar los siguientes datos: en el municipio de Monterrey hay 53 vehículos por cada 100 habitantes, en Guadalupe son 48 y en San Nicolás 64; San Pedro Garza García sale de la norma con aproximadamente 103 automóviles por cada 100 habitantes, según datos del INEGI.
Tomando en cuenta la cantidad de vehículos que circulan por nuestra ciudad, tampoco debe sorprendernos la cantidad de accidentes automovilísticos. Tan solo en 2014 se registraron 32 mil 944 accidentes de tránsito.
¿Podemos imaginar una ciudad diferente? Hay cosas que parecen fuera de nuestro control o difíciles de cambiar, pero con esfuerzos bien coordinados podemos demostrar que es posible revertir dinámicas negativas que nos llevan a tomar, desde la ignorancia, posturas extremas. Equiparar al peatón con «ganado», o simplemente llamarle «estorbos» a las personas que cruzan por la calle, evidencia la insensibilidad que acumulan muchos automovilistas de la ciudad.
Proyectos como la rehabilitación de la Rotonda Garza Sada están pensados para introducir en la ciudad una visión más amplia de convivencia, una en donde todos los usuarios estén considerados en el diseño de las vialidades y calles. Es por eso que en DistritoTec afirmamos que «aquí cabemos todos».