Es mediodía en el verano de Monterrey. El sol alcanza el asfalto de la ciudad y la temperatura se eleva a niveles insoportables. En la calle, automovilistas se escapan con los vidrios cerrados en un ambiente templado pero artificial (contribuyendo, quizá sin darse cuenta, al sobrecalentamiento).
Aquellos que tienen los medios para domar la temperatura vía minisplits o aires acondicionados en automóviles, se salvan. Los demás, peatones o ciclistas (los menos), se exponen al implacable calor. Es normal, vivimos en Monterrey… pero hay una manera de mitigar este infierno.
La respuesta está en los árboles.
Los procesos de urbanización desordenados privilegiaron la suma de miles de metros cuadrados de asfalto o pavimento, en muchos casos eliminando árboles a su paso (y con miles de metros cuadrados de sombra natural). Y si a esto le agregamos una extraña fijación por los escenarios urbanos asépticos, bajo la falsa creencia de limpieza y seguridad es igual a espacios públicos grises, el impacto es mayor.
Cada vez es más evidente la necesidad de revertir esta situación. Para poder pintar de verde las calles, las plazas o los parques de una colonia, hace falta la voluntad vecinal para dar el primer paso: hacer un inventario de árboles.
«Si queremos diseñar un futuro, es primordial saber cuál es nuestro presente», dice Oswaldo Zurita, arquitecto con especialidad en paisajismo y urbanismo. «De otra forma, en lugar de transformar nuestro entorno, lo estamos inventando».
«El primer paso para transformar físicamente a una comunidad es querer estar mejor».
Un inventario de árboles tiene como propósito lógico contar con información sobre el estado real del arbolado de una colonia. ¿Cuántos hay en buena calidad? ¿Cuántos en mal estado? ¿Cuántos más hacen falta? Por otro lado, organizar brigadas de voluntarios para realizar esta tarea tiene un beneficio menos tangible pero igual de importante: redescubrir en comunidad el entorno.
Para Zurita, «el primer paso para transformar físicamente a una comunidad es querer estar mejor», y como director de Ecotono Urbano, empresa dedicada a la generación de proyectos e iniciativas sustentables con base en Monterrey, el arquitecto sabe de los costos de oportunidad que provoca el no tener un arbolado en buen estado: «falta de cohesión en la imagen urbana, dificultad de utilizar las banquetas –y calles– como vías de diversos tipos de movilidad, altos costos energéticos por no tener mitigadores de temperatura o el deterioro de la infraestructura (mala selección de especies en banquetas)».
Como parte del proyecto de reforestación en DistritoTec, un grupo de vecinos y voluntarios en Residencial Florida han dedicado algunas horas de sus fines de semana para inventariar los árboles de su colonia. Al momento ya tienen 290 registrados, un primer gran paso que rendirá frutos, o mejor dicho, muchos árboles en un futuro próximo.