Salir a jugar a la calle es evocar nuestra infancia y recordar aquella época en la que dos piedras podían ser la portería del estadio de nuestros sueños, o que un gis nos permitía hacer realidad el mundo que nos imaginábamos. Vivir la calle era entenderla como parte de nuestra casa, como el espacio propicio para convivir con los vecinos y hasta sentirlos parte de la familia.
En DistritoTec soñamos con que estos recuerdos de infancia no se queden en el pasado y que la ciudad vuelva a ser el punto de encuentro de todos, sin distinciones. Con esta idea en mente, en junio de 2015 nos propusimos tomar la calle pero no en un afán desafiante o de protesta, sino para propiciar el encuentro entre todos nuestros vecinos y así conocernos mejor mientras la pasamos bien.
Desde entonces llenamos de vida la calle Junco de la Vega el primer domingo de cada mes. Han sido 18 (y contando) las ocasiones en que nos hemos atrevido a hacer nuestra la calle, tardes en las que hemos construido historias únicas e irrepetibles en cada edición.
Hacer nuestra la calle implica vivir y experimentar la comunidad con todos los sentidos, en un ambiente de celebración y de fiesta que se extiende por espacio de cinco horas.
Hay quien señala que el amor entra por el estómago y, para quienes creen en ello, Callejero seguro los va a flechar. A todas las ediciones asisten opciones de comida locales –desde puestecitos y foodtrucks, hasta restaurantes– que buscan que en cada tostada, alita o hamburguesa se cuente la historia de un Monterrey que se reinventa más allá del pasado industrial que lo colocó en el mapa. Traducir esa nueva identidad en sabores y aromas no es tarea fácil, pero cada uno de los 100 puestos de comida que han participado en Callejero han asumido el reto, y gracias a ello nos hemos reunido con el pretexto de la comida para conocernos y conversar entre cada bocado.
El espíritu explorador que se vive en la calle no se limita al área de comida. Por el contrario, caminar por Callejero es ir encontrándose con nuevos mundos a cada paso. Quizás el ejemplo más claro se da en el Mercado de Callejero, un espacio que alimenta a nuestra curiosidad entre plantas, crepas, cuadernos y playeras, por mencionar algunas cosas. Los más de 700 expositores que han participado en el mercado saben que Callejero además de ser una plataforma para darse a conocer, es una oportunidad para innovar y sorprender cada mes –a ellos mismos y al público– con sus productos.
Pero una fiesta está incompleta si no hay música… ese elemento sonoro que nos lleva a nuevos lugares, reviste lo que vemos de un color indescriptible con cada canción y termina por dar un soundtrack que sentimos hecho a la medida porque acompaña nuestro vivir. Desde el inicio, el escenario de Callejero ha buscado musicalizar la experiencia callejera de cada uno de los que asistimos, pero también completar el sentimiento festivo que nos reúne. Así, los más de 200 músicos que han pasado por Callejero han convertido un espacio que normalmente es ocupado por los autos en un escenario que nos hace vibrar con música, baile y un ambiente festivo que le devuelve el pulso de la ciudad a las personas.
Y para que la experiencia de vivir la calle esté redonda, no puede faltar una tradicional cascarita. Junco de la Vega se convierte cada mes en una mini cancha en donde se han organizado en 16 ocasiones torneos de futbol con equipos de la zona y de otras partes de Monterrey, solo por el gusto de compartir la alegría de anotar un gol.
Pero todo este esfuerzo llamado Callejero no lo podríamos hacer sin la ayuda de socios cuya labor asegura el éxito de cada edición. Las Tejedoras de Imágenes con sus cuentos nos hacen recordar ese momento en que nuestros abuelos nos contaban historias; organizaciones como PRODAN se encargan de recordarnos con su trabajo que perritos y gatitos son más que mascotas, son miembros de la familia y que algunos de ellos buscan una que les dé un espacio con amor para vivir.
El Municipio de Monterrey también se suma a la organización de esta fiesta. El apoyo que brindan es vital para garantizar que todos pasemos una buena y tranquila tarde. Al ser la única vía recreativa que tiene el sur de la ciudad, el Municipio de Monterrey brinda las facilidades necesarias para realizar un evento de este tipo. Este apoyo se traduce en la facilitación del permiso de espectáculo correspondiente para permitir el cierre de la calle; además, ponen en marcha operativos viales, el envío de policías y ambulancia –o protección civil– para garantizar la presencia de un paramédico en todo momento. Y a nivel festivo, las autoridades participan ya sea con el montaje del cine al aire libre, actividades varias como el arte urbano o provocando que nos levantemos de nuestro asiento al ritmo del ballet folklórico de Monterrey.
Callejero es un retorno a la infancia pero no uno nostálgico, sino cargado de futuro. Es uno que nos hace pensar que esa calle en la que hicimos nuestros primeros amigos, nos enamoramos por primera vez, nos caímos y nos levantamos es una realidad que aún hoy puede existir. Cada Callejero es diferente porque la historia que construimos como comunidad cambia a través del tiempo. Todos podemos formar parte de esta nueva historia, comiendo, conversando o incluso vendiendo algo en el mercado. Callejero es la prueba que a veces lo único que necesitamos para hacer comunidad es atrevernos a cambiar nuestra rutina dominguera.